Aunque los lazos materiales desaparecen con a muerte de un Ser Querido,
los espirituales se fortalecen cuando nos unimos con ellos en oración.
13/04/2019
LA ABUELA QUE ENCONTRÓ LA PAZ
Quiero compartir mi historia, con la esperanza que ésta sea de ayuda para alguien que como yo, esté atravesando por una pérdida muy grande.
Mi nietecita de 14 añitos las más linda, inteligente, buena, cariñosa y la mejor estudiante; después de un corto pero agudo proceso de depresión, decidió descansar en La Paz del señor.
Nunca imaginé que una tragedia de esa magnitud pudiera llegar a mi vida. Nunca imaginé tener que enterrar un nieto. Si es difícil enterrar un hijo! una nieta, y la más amada se sale de todo contexto.
No quería saber ni oír todo lo que me decían, "que era un ángel que Dios se la llevó...” No quería saber, "que era su tiempo...”No quería saber, "que era demasiado buena para este mundo... " No, no, nooooo quería saber nada. Solo quería estar con ella, y si no por lo manos saber realmente qué estaba bien. Alrededor de estas muertes trágicas hay una cantidad de mitos, habladurías ignorantes y morbosas, que cada vez me ponían más mal. Mi primer impulso fue pelear con Dios y con todos Los Santos, a los que tantas veces de rodillas les había implorado por la salud de mi muñeca.
Apartada de Dios y de la gente lo único que me quedaba era refugiarme en la lectura. Leí cuanto libro DE LA VIDA DESPUÉS DE LA VIDA, se me atravesaba y me recomendaban, la mayoría buenos y entre esos, uno que hablaba de los pactos que se podían hacer con nuestros seres que se nos han adelantado. En la madrugada que terminé el libro le dije a mi Nanis, -lo único que quiero es saber que estás bien-. En la mesa de noche había un libro que en la portada tenía una mariposa, y le pedí que me lo demostrara.
Yo vivo en Bogotá Colombia una ciudad a 2600 ms sobre el nivel del Mar, donde las mariposas no son muy comunes y muy rara vez se ven, y en un piso once menos. Pues allí llegó, entró dulcemente sin muchos alardes, se posó por todos lados, revoleteó alegre, rozó suavemente mi piel; yo hubiera querido que se quedara, pero me dio pena que muriera, abrí una ventana y se fue. Quedé estupefacta! toda mi familia la vio nadie dijo nada no había palabras.
A raíz de este suceso comenzó mi interés sobre las mariposas; y precisamente buscando por Internet sobre la conexión de ellas con la espiritualidad, escuché un relato de una señora quien había perdido su hijo, y con una meditación había logrado conectarse con él. Habló de un señor José Luis de la Rica quien vive en España y dirige está Meditación que se llama, EL VUELO DE LA MARIPOSA.
Inmediatamente busque la página y le pedí que me aceptara, él muy amablemente lo hizo. El sábado siguiente ya estaba lista para mi primer vuelo.
Fue una vivencia que todavía no logro entender que es lo que pasa, es un experiencia de amor; de amor infinito comenzando por José Luis, una persona con la única pretensión de querer ayudar a otras, que como él le pasó, estamos transitando por un dolor tan grande, Encarnita, una señora absolutamente espiritual y los participantes porque es una meditación grupal , todos unidos por un lazo de amor inigualable.
He hecho tres vuelos; desde el primero logre encontrarme con mi niña, pero lo más importante la vi feliz en paz rodeada de solo amor y sobretodo de mucha alegría. He visto principalmente en el último vuelo que ella quiere que sane mi corazón que perdone, que su ida ya estaba escrita y nadie tuvo la culpa.
Estoy en el camino, nadie ha dicho que sea fácil, he tenido mis momentos de felicidad sobre todo cuando salgo del vuelo, pero aunque no he logrado serlo del todo porque la falta física es inmensa, mi corazón se está llenado de paz y perdón, ya me duermo tranquila sabiendo que mi niña está en La Luz acompañada de Jesús, esperando con tranquilidad nuestro próximo reencuentro.
María Teresa, abuela de Nanis
13/04/2019
Mi nombre es Maribel. Mi hijo decidió marcharse el 13 de mayo de 2017, tras años de dolor y sufrimiento que siempre ocultaba con una sonrisa. Su partida me dejó sumida en un estado del que únicamente puedo describir el fuerte deseo de saber cómo estaba y dónde se encontraba. A través de un familiar logré contactar con José Luis de La Rica y junto a él y a una amiga suya que había tenido experiencias cercanas a la muerte hice mi primer vuelo, el día 4 de julio de 2017.
Ese día, aunque intentaba seguir el vuelo, solo conseguí llorar y llorar y a duras penas pude seguir la meditación porque la ausencia de mi hijo era mas fuerte que yo; sin embargo, ayudado por José Luis y por su amiga, me transmitieron que mi hijo se encontraba bien, que era feliz y que estaba rodeado de “personas” que le querían. Gracias a ellos regresé a casa con un poco de paz y con muchas esperanzas de seguir buscándole.
Yo no soy creyente, digamos que la religión no era un tema que me preocupaba; no sentía necesidad ni de creer ni de no creer, pero desde la partida de mi hijo el día 13 de mayo, día de la Virgen de Fátima, he sentido la necesidad de pedirle a la Virgen que le cuidara y, al mismo tiempo, de establecer contacto con él para asegurarme de que realmente está bien, porque las dudas te devoran. Todos me dicen que físicamente no podré volver a abrazarle, ni besarle, ¿o sí?, ¡yo no estoy segura!, porque no pierdo la esperanza y como soñadora que soy, sigo con la idea de lograrlo.
Desde el día en el que realicé mi primer vuelo, 4 de julio en casa de José Luis hasta el segundo , el 23 de septiembre, me dediqué a leer libros y a ver vídeos que me ayudaran a comprender el porqué se había ido y si yo hubiera podido evitar, de alguna manera, tanto su sufrimiento como su partida. El camino no es fácil, pero el deseo de contactar con él te va guiando poco a poco a ir dando pasos.
He de añadir que escuchar música que te relaja, saber decir a tu cuerpo que descanse y pedir a tu mente que te permita soñar es tarea que se va consiguiendo con la práctica personal y , desde luego, con la ayuda inicial de personas buenas que me he ido encontrando. Para ello, días antes del 23 de septiembre escuché vuelos dirigidos por José Luis, quien tiene la cualidad y facilidad de guiarte de forma natural, cariñosa, creativa y también muy campechana, lo cual ayuda mucho.
¿Qué es vuelo de la mariposa para mí?
Es un lugar lleno de amor, calma y paz donde se percibe y siente que se recogen todos los momentos de cariño que hubo con mi hijo en su paso por la Tierra, un lugar donde no hay que pedir perdón, un lugar donde siento que lo que nos une es más fuerte que lo que nos separa, aunque sé que cuando el vuelo termine voy a anhelar sus abrazos y sus besos y eso me sigue sumergiendo, hoy, en el dolor.
El vuelo me está ayudando a ir intuyendo que es lo que quiero o puedo hacer ahora que él ya no está, a verme tal como soy………¡¡ también surgen dudas, inquietudes y muchas preguntas que espero se vayan resolviendo !!. Aunque aún, hoy, cuatro meses después sin su presencia física, sigo sin poder evitar que vuelvan las lágrimas y el sentimiento de vacío que dejó su partida, el vuelo me ayuda a “intentar” no ser egoísta, a pensar y a repetirme una y otra vez, que si EL ESTA BIEN Y ES FELIZ, yo no debo de estar triste; al contrario, debería esforzarme por sonreír como él lo hacía, por luchar como él luchaba, a ser VALIENTEcomo él lo fue y a recobrar las ganas de VIVIR como las que, seguro, él sigue teniendo ahora.
Para quien vaya a leer este relato, practicad y repetid el vuelo con vosotros mismos tantas veces como podáis y si tenéis ocasión de leer el libro “La muerte no existe” de Jocelyne Ramniceanu, os lo recomiendo; ella explica y detalla muy bien su experiencia con el vuelo; al igual que muchos de nosotros perdió a un ser querido, su hijo.
Sin duda, esta experiencia en la Tierra es la más dolorosa vivida por mi marido y por mí a lo largo de nuestra existencia y ha marcado un antes y un después. Cada día que pasa es un día menos de espera para reunirnos allá donde TODO se ve y se VIVE de otra manera.
¡Gracias José Luis!, por haberme ayudado en este momento tan difícil haciendo un viaje tan bonito en el “vuelo de la mariposa”
13/04/2019
Podría decirse que mi vida no comenzó cuando nací un veinticinco de enero, porque realmente comencé a vivir hace tan solo siete años. La primer parte de mi existencia, la transité como cualquier mortal, inmersa en esta vida terrenal, llena de cosas pero carente de sentido. Luego la vida me bendijo con mi primera hija, pero esa bendición duró un suspiro, entonces morí, desparecí por largos y pesados años, y finalmente renací en una existencia totalmente diferente a la que conocía, colmada de color, emociones, amor, mucho amor, tanto amor que cuesta describirlo con palabras.
Cuando estaba embarazada, creía que mi vida por fin había cobrado sentido, me sentía absolutamente feliz y completa. Era mi primer embarazo, y todo era nuevo. Hacia el tercer mes de gestación mis pies se hincharon un poco, era marzo y aunque me pareció que era un poco pronto para ese síntoma común en los últimos meses, lo atribuí al verano y el excesivo calor. No sabía que ese insignificante detalle, era la señal de que las cosas no iban por buen camino.
En el mes de mayo, comencé a subir abruptamente de peso, a razón de un kilogramo por día, lo que no me pareció normal, y comenté al médico en mi visita de control. Me dijo que dejara de comer, a lo que respondí que ni comiéndome una vaca por día podría subir tanto de peso, pero hizo caso omiso, siguió con la rutina normal y me despachó a mi casa.
Dos semanas más tarde, volví al médico, ya que no podía abrir los ojos por las mañanas, mis rodillas y tobillos habían desaparecido, y no podía calzarme. Me hicieron un estudio y determinaron que estaba atravesando una preeclampsia.
La preeclampsia es una complicación médica del embarazo también llamada toxemia del embarazo y se asocia a hipertensión inducida durante el embarazo. Los síntomas son presión arterial muy elevada, proteinuria, edemas, fuertes dolores de cabeza, e insuficiencia renal. La forma de tratar la preeclampsia es interrumpiendo el embarazo. De no hacerlo, desemboca en una eclampsia, etapa en que la madre debido a la presión elevada, convulsiona, queda en coma y muere, junto con ella también el bebé.
Ante tal panorama, y ante la insistencia de los médicos, acepté que me realizaran una cesárea de urgencia. Ailín nació con 870 gramos de peso. Era perfecta y hermosa. La vi unos segundos y se la llevaron. Mi pequeña quedó en terapia intensiva neonatal y yo también en cuidados intensivos.
Luchó por tres días, trató de aferrarse a esta vida, pero no pudo.
Tras una semana en terapia intensiva, y dos en habitación común, los médicos dieron de alta mi cuerpo, pero mi alma estaba totalmente muerta.
Los primeros años fueron muy difíciles. La vida no tenía ningún sentido. Me levantaba por las mañanas, lloraba, iba a trabajar, lloraba, regresaba a mi casa, lloraba, preparaba la cena, lloraba, me tomaba mi medicación recetada para poder dormir, y al otro día volvía a comenzar esa tortura a lo que la gente llamaba vida. No recuerdo claramente esos años. A veces hasta dudo de haber estado presente en este cuerpo. Creo que mi alma no estaba, era demasiado doloroso para ella.
Un día me encontraba sentada en mi cama, llorando a mares, y repentinamente levanté la vista y lo que vi me sorprendió tanto que no pude volver a bajarla. Frente a mí, vi a una mujer demacrada, con la cara hinchada, destruida. Me miraba en ese espejo y no podía reconocerme. Me quedé mirándome por varios minutos, buscando en mis ojos, hurgando, rogando por una respuesta. Y entonces me di cuenta por qué sentía que no era yo esa mujer. Noté qué le faltaba a esa mujer que tenía frente a mí y que no había visto por tres largos años. Había perdido el brillo de mi mirada. Mi alma no estaba allí…
Entonces comencé mi búsqueda. No sabía qué buscaba, pero sabía que necesitaba desesperadamente encontrarlo. -En este momento en que estoy escribiendo estas palabras, por fin puedo responder a esta pregunta que me hice a lo largo de estos trece años.- No sabía lo que buscaba. Ahora finalmente puedo comprender lo que era, necesitaba recuperar mi alma…
Me senté frente al Google, y comencé a buscar todo lo que tuviera que ver con la muerte, especialmente de los hijos. No hallé mucho material. Pareciera que es un tema del que no se puede hablar. Un tema tabú. Pero logré encontrar varios foros, donde se agrupaban padres de todo el mundo para poder compartir sus experiencias, apoyarse y contenerse mutuamente. Durante varios años participé de los mismos a diario, y allí conocí muchas personas de todo el mundo con los que aún sigo en contacto y se convirtieron en grandes y entrañables amigos.
En medio de ese camino llegó a mi vida mi segunda hija, Candela, que llenó mi vida de luz y esperanza.
A medida que Candela crecía, e iba aprendiendo sus primeras palabras, comencé a notar que veía cosas que yo no veía. Comenzó a nombrar a una “nena” que la venía a visitar sin previo aviso, y que le arrancaba las sonrisas más hermosas. Muchas veces parada en su cuna, sosteniéndose de los barrotes con una mano y señalando con la otra hacia algún rincón de la habitación me hacía notar su presencia a la voz de “nena, mamá, nena”. Esta “nena” siguió visitándola hasta pasados los dos años de edad. Luego, un día simplemente dejó de nombrarla. Pero ese recuerdo quedará en mi memoria emocional por siempre.
A lo largo de estos años he tenido muchas señales de Ailín. Algunas tan obvias que me han hecho reír a carcajadas. Y ahora que lo pienso, las señales más evidentes siempre fueron en respuesta a mi pedido por una señal, es notable.
Un día, en un foro de duelo, leí un post de una mamá que hablaba acerca de una señal que había recibido. Entonces respondí con una de las señales que me había mandado Ailín los primeros meses posteriores a su partida.
A los pocos días, un señor llamado José Luis de la Rica me envió un mail, donde me hablaba acerca de las señales, de la vida después de la vida, de que la muerte no existe, y un montón de cosas que aunque maravillosas, resultaban demasiadas para asimilar de un solo bocado. Me hablaba también del Vuelo de la Mariposa, que era una experiencia espiritual y personal, que nos facultaba para hacernos conscientes del amor que sigue fluyendo con nuestros seres de luz. Cosas que no lograba comprender en su totalidad.
Así que dejé pasar un tiempo, el que necesitaba para asimilar toda esa información que había recibido, y un día decidí investigar un poco más qué era eso llamado El Vuelo de la Mariposa. Desde entonces, puedo decir que volví a la vida.
El Vuelo de la Mariposa, es una meditación guiada, en el comienzo, pero luego se transforma en una hermosa comunión de almas. Gracias al Vuelo, pude re-encontrarme con mi hija, hablar con ella, abrazarla, besarla, e incluso recibir mensajes de ella a través de otras personas que hacían el Vuelo. Esto me confirmó que todo lo que yo intuía, sabía y pensaba era cierto y no era solo una expresión desesperada de deseo.
El tiempo fue pasando, Ailín fue creciendo, Candela y yo también. Ya no necesito saber de Ailín. Sé que está bien, que es feliz, que nos ama, y sabe todo de nosotros. Cada vez que la necesito, hace notar de alguna manera su presencia. He aprendido a comunicarme con ella mentalmente. Y aunque no lo hago a menudo, cada tanto conversamos. Ustedes se preguntarán, cómo sé que es mi hija la que me responde y no mi subconsciente… Es sencillo. Porque habitualmente no me responde lo que a mi me gustaría escuchar… Y muchas veces, cuando ella decide dar por terminada la conversación, se despide, y por más que yo le siga hablando, dejo de recibir sus respuestas…
Mi hija me ha enseñado tanto, y sigue haciéndolo. Gracias a ella aprendí a transformar el dolor en amor. Cuando logré comprender esto, descubrí lo que para mí, es la esencia de la vida. El amor es el centro de todo. Ahora puedo comprender aquella frase que dice que los pequeños momentos son en realidad los grandes e importantes. Ahora entiendo que cuanto más doy, más tengo. Pero no porque dé pensando en recibir, sino porque dando, nuestra alma se llena de más y más amor… No es necesario hacer grandes cosas, grandes obras de caridad, grandes donaciones de dinero a una ONG. Tan solo con escuchar a un padre o una madre que tienen el alma en mil pedazos por la partida anticipada de un hijo, acompañar, estar… Es tan importante estar… simplemente eso… no es necesario hablar, ni aconsejar, solo dar un abrazo, prestar el hombro, estar dispuesto… Cada vez que ayudo a alguien –muchas veces sin saber que he sido de ayuda- me siento más y más cerca de Ailín… Y eso es la felicidad…
13/04/2019
Tenía 15 años y estaba enamorada de Juan, él era mayor 23, el primer día que salimos me pidió los documentos, fue una relación hermosa hasta que descubrí que tenía leucemia, me dio terror, él se escondía de mí, no quería que lo viera así y me dijo que lo nuestro había terminado, que no quería verme sufrir. De ésta manera conocí el primer dolor de perder a un ser amado, porque Juan partió tiempo después y la tristeza era insoportable, imaginen mi primer amor. Aunque no era espiritual en esa época por mi juventud yo lo sentía, sabía con seguridad que estaba cerca.
Hablaba con mis tías sobre si había vida después de la muerte y ellas me respondían que nos iríamos al cielo y que seríamos espíritu, luz, una explicación infantil, sencilla, pero bastante acertada.
Pasó tiempo y conocí a Rubén quien sería mi marido un año y tres meses después, ya tenía 17 años, él 23 , (me seguía el 23), en plena luna de miel quedé embarazada, parece que los planes nos habían salido de maravilla porque esto ya lo habíamos soñado y planeado, a los 9 meses y 2 días nació Rubén Alejandro, mi corazón se llenó de amor, de ilusiones, nunca pensé que tener un hijo sería lo más maravilloso del mundo, el amor en estado puro, incondicional, mi vida estaba plena.
Mi marido sufría del corazón, desde una fiebre reumática cuando joven, a los dos años , después de unas noches sin dormir fuimos al hospital y quedo internado, Dios dije nooo, había que operarlo del corazón, lo más pronto posible, así dimos vueltas un año hasta que lo operaron y salió bien, recuerdo que la Navidad la pasé en terapia intensiva. No importaba Rubén estaba a salvo.
Pasaron 7 años y nos separamos, me llevé a mi hijo y comenzamos una vida nueva, Rubencito era mi compañero fiel, mi nene, mi tesoro, felices de estar juntos, a pesar de pasar por mil cosas estábamos bien, fanático de la pesca íbamos siempre que podíamos caminando o en bicicleta y la pasábamos hermoso compartiendo momentos inolvidables llenos de anécdotas de las cuales nos alimentábamos siempre.
Desde la separación, su papá no se ocupaba casi de Rubencito, así que yo era mamá y papá, por eso nuestra unión era indestructible, cada tanto aparecía su padre y lo llevaba de paseo, y cuando mi hijo tenía 12 años su padre muere, nos hicimos cargo de todo y como pudimos salimos adelante, la vida nos ha dado muchos golpes, pero había que seguir.
Pasan los años y tengo a Julieta, tiene 21 años ahora, y recuerdo que cuando Rubén fue a verme al sanatorio, lloraba, me abrazaba y me dijo al oído, ella nos va a separar, me reí en ese momento pero él me lo decía en serio, los celos lo tenían a maltraer, claro habíamos sido solo los dos y ahora le invadían el campo.
Rubén creció, trabajábamos juntos en una ferretería, y ya tenía 25 años, quería tener una moto y se la compra, a mi no me gustaba pero él ya era mayor y yo no podía sacársela pero sí le decía todos los días las recomendaciones pertinentes, usa casco, cuídate, no subas alcoholizado a la moto, etc. Pero él era feliz, porque ésa moto era fruto de su trabajo, y se sentía libre, independiente.
Recuerdo era un sábado 27 de marzo, y Jorge mi marido actual me dijo que se iban con Rubén a pescar, a las 6 de la mañana se fueron tan entusiasmados! La pesca deportiva es lo que mas amaban, me quedé en casa pero tenía una opresión en el pecho, estaba como enfurecida, enojada, no sé que me pasaba ése día, comencé a barrer y salían como pelusas grises, dije son pelos de perro, pero las miré bien y no, eran pelusas, cada vez había más, ya me intranquilicé y tuve un mal presentimiento, los llamaba por teléfono y hasta que llegaron me tranquilicé, pero mi angustia seguía, almorzamos Rubén se fue a su casa que vivía a una cuadra de la mía, a las 7 de la tarde me llama y me pregunta si tengo una herramienta porque esa noche tenía el cumpleaños de un amigo y estaba arreglando la cadena de la moto. Yo no tenía, le dije cuídate.
Eran las 5 y media de la madrugada y suenan los teléfonos, las piernas no me daban para llegar a los teléfonos, se levanta Jorge, ¿Qué pasa? No sé, miro el celular y había una llamada perdida de Rubén, no hice tiempo a llamarlo suena el timbre, abro, era su novia Rubén tuvo un accidente!, le dije llamá a la ambulancia, y ella llorando me miró y me di cuenta que había muerto, noooooo, por favor Dios que hiciste, me quedé suspendida, era como que todo daba vueltas a mi alrededor pero yo estaba sorda, no escuchaba nada, no quería escuchar, me negaba, no puede ser mi hijo nooo, el accidente fue a 5 cuadras de casa, llegamos y lo que recuerdo es que mi Ru, el amor de mi vida estaba tirado en el piso, corrí para abrazarlo, no me dejaban, le tomo la mano,no me dejes mi amor, por favor volvé, como voy a vivir sin vos?, quise morir con él porque me asustaba despertar cada mañana con el dolor de no tenerlo conmigo, creía que iba a despertar de esa pesadilla porque me negaba a aceptar que ya no lo abrazaría, mi vida se derrumbó, mi corazón se cayó a pedazos, y mi cabeza solo funcionaba para llorar y pensar en él, en los proyectos, que ya no existían.
Sólo quería dormir, para tratar de soñarlo y decirle que me lleve con él, que no me importaba nada, pedía por favor que no me despierten, tomaba pastillas, el caos habitaba mis días y no me daba cuenta que también la vida de mi familia, esperando que yo reaccione, pero estaba ciega, el dolor no me dejaba ver a mi alrededor.
Mi marido no me dejaba sola, y si tenía que trabajar dejaba alguien conmigo, una tarde la persona que me cuidaba se quedó dormida y yo me escapé, fui al cementerio que queda a 2 cuadras de casa, no recuerdo como llegué, como crucé la avenida, el llanto no me dejaba ver, lo que sí recuerdo es que mi perro me acompañaba, me quería quedar en su tumba, por si tenía frío, quien lo iba a tapar, yo, su mamá que lo cuidó siempre, le escribí cartas necesitaba desahogarme, yo lloraba como loca a gritos y mi pero Negro aullaba a la par mía. En mi mundo de tristeza estaba inmersa cuando escucho una voz, Qué haces mi amor sola acá, levante la vista y era mi marido, llorando, desesperado porque llegó a casa y yo no estaba, no me hagas esto, ya bastante tenemos con lo de Ru como para que te pase algo a vos también, me pregunta que pensás hacer? Y yo le contesté, morirme con mi hijo, ¿y Julieta y yo que haremos? No me importa nada solo Ru, no soporto éste dolor es demasiado. Ya ni me miraba al espejo, hasta que un día mi hija me saca una foto y mis ojos ya no eran los mismos, no había luz solo lágrimas y ojeras negras.
Ahora comprendo que esas palabras fueron de desesperación porque mi hija y mi marido me importaban y en mi egoísmo de sentirme mejor me quería morir, sin pensar en el dolor de ellos.
Comencé a buscar ayuda, y encuentro una página Renacerasalavida.ning, entro y me recibieron con los brazos abiertos, era el lugar que necesitaba para desahogarme sin sentirme observada porque todos estaban pasando por el inmenso dolor de perder a un ser querido.
Muchos amigos que tengo hoy los he conocido en esa maravillosa página, entre ellos Evi, ella hacía un tiempo que estaba en la página y me guiaba, porque dentro de ella había varios grupos, y ella me los nombraba y yo entraba y escribía, yo le contaba que siempre había presentido cosas y había visto cosas entonces me dice, tu tendrías que entrar al grupo El Vuelo de la Mariposa, ¿Qué es eso? Pregunté, es una meditación para contactar con tus seres queridos, yo creo que no alcanzó a decirme que ya estaba en el grupo, todo lo que me acercara a mi hijo yo lo probaba.
Seguí los pasos y el domingo me tocaba comenzar para practicar El Vuelo, tenía una emoción, unos nervios, me llama José Luis de la Rica, me inspiró confianza al instante, una persona cálida, comprensiva, amable, me presentó a los demás y me invitó a que contara mi historia si quería, así comenzó una etapa de mi vida que cambió todo.
Ese día sin darme cuenta hice mi primer vuelo, lo recuerdo tal cual, termina la relajación José Luis y me pregunta Ale pudiste percibir algo? Si estoy en un valle, tengo un árbol a mi lado, y yo sentía que detrás de ése árbol estaba alguien pero no lo veía, en eso aparece un ángel, era mujer, joven, rubia con flores en el cabello, tenía un vestido rosa, me da la mano y me pregunta ¿querés ver a Rubén? Y yo llorando a mares le dije que sí, bueno entonces deja de llorar porque el no quiere verte así, calma, me llevó hasta una pequeña montaña verde, y veo a mi hijo salir de detrás del árbol, casi me desmayo, nos abrazamos, nos dijimos cuanto nos amamos y me dijo, vos sos fuerte y tenés que salir adelante, yo no puedo volver pero voy a estar con ustedes siempre. Te amo.
Imaginen mi alegría, ya no solo lo esperaría en mis sueños sino que podría verlo en un Vuelo, Así pasó el tiempo y yo no me perdía un vuelo, a veces podía conectar y otras no pero yo seguía firme, no solo he percibido y visto a mi hijo sino que también a otros seres de luz, seres amados que son felices ahora en otra dimensión junto con mi Ru.
Trataba de colaborar en los vuelos porque José Luis estaba cansado y tenía algunos problemas de salud, claro sin que yo lo notara él estaba depositando su confianza en mí, entonces un día no se hizo el vuelo, otro día tampoco, José no aparecía, me puse muy triste porque todo el grupo esperaba y nada, y se me ocurrió de hacerlo nosotros hasta que José volviera, le escribo un correo contándole lo que haríamos y esperaba sus noticias, así fue que empecé a encargarme de El Vuelo de la Mariposa, y él me dijo que estaba muy contento que siguiéramos sin él, que algunas veces estaría pero no como antes.
El Vuelo hizo que yo transforme el dolor en amor, de solo pensar que alguien pueda ser feliz aunque sea un instante comunicándose con su ser querido que creía perdido y que haciendo esto se dará cuenta que están felices, que están vivos en otro lugar y que son luz, energía, que se pueden trasladar y estar en varios lugares a la vez, ayudando y acompañando a todos, que la muerte no existe, porque somos eternos.
Cada vez que llega alguien nuevo al grupo me ilusiono porque se está dando la oportunidad de vivir una experiencia colmada de amor, de emoción, y gracias a ese amor no pierden la fe, porque si no pueden hoy hacer el Vuelo, será mañana, lo importante es perseverar, tener paciencia, consecuencia y animarse.
Quiero aclarar que El Vuelo de la Mariposa es un método que se enseña gratis, eso lo he aprendido con Jose Luis de la Rica porque con el dolor no se puede lucrar, lo hacemos con pasión, amor, y sobre todo con respeto por nuestros Ángeles y personas que están sufriendo tremendo dolor. También con sacrificio porque tenemos que dedicarle tiempo y no todos lo entienden.
Agradezco a mi profesor que lo he nombrado mil veces ya, a Anabel Landolina que me ayuda y es una hermosa persona, todos los que se dan y me dan la oportunidad de seguir y me apoyan que son los integrantes de EL VUELO DE LA MARIPOSA y espero que cuando yo ya no pueda hacerlo, algún ángel se anime a seguir de la misma manera desinteresadamente como lo hacemos nosotros.
13/04/2019
Soy un padre que también ha vivido El Regreso a Casa de una hija hace ya diez y ocho años. Ocho después, también se fue otro hijo. La niña tenía doce, y la leucemia fue el medio que utilizó para terminar su quehacer en este plano. El chico se fue de manera súbita una noche de verano mientras dormía. Tenía treinta y uno.
La experiencia de mi vida cuando nos dejó físicamente Elena fue terrible.
Yo creía que la gente se moría y desaparecía en La Nada. En esa situación, a mi modo de ver, no hay terapia que sirva. Puedes intentar regresar a la vida que te ha expulsado con la muerte del ser querido -en este caso un hijo- pero nunca te vas a acoplar porque esa vida ya no te vale por más que…
Yo terminé decidiendo que lo mejor para mí, para mi familia y para el mundo era que me quitase del medio y a los cuarenta días de duelo me levanté bastante antes de amanecer convencido de que ese era mi último día de sufrimiento.
Ese día fue el más importante de mi vida porque aborté a la persona que había formado durante mi vida y dejé espacio en mi interior para que lo empezase a ocupar un hombre nuevo. Llevaba viviendo Mi Noche Oscura cuarenta días y aquéllas fueron las horas del parto. Sentí el desgarro físico en mis entrañas. Mi corazón que ya estaba roto por el sufrimiento terminó por desgajarse de mi mente y alumbró un corazón habitado por una mente limpia como la de un niño recién nacido.
Luego, unos minutos después, un hecho incompresible para la razón lógica me produjo un choque emocional que supuso el comienzo de ese nuevo ser. Aunque no fui consciente de lo que acababa de vivir, por sorprendente, vació mi mente durante las próximas horas.
De manera automática, cogí el coche y me fui a las afueras de Madrid. En medio del campo aparqué mirando al sol y allí estuve toda la mañana inconsciente del paso de las horas. Cuando volví en mí, me di cuenta que era la hora de comer y volví a mi casa mientras mi mente repasaba lo que acababa de vivir aún sin encontrar explicación racional al suceso. No era éste el suceso más irracional que había pasado delante de mis ojos desde el tercer día de la marcha de mi hija, sin embargo fue el primero que logró abrir un cerrojo en mi mente cerrada por “mis creencias” y que penetrase en mí. Como digo, una persona nueva empezó a ocupar mi vida. Por supuesto este análisis de lo ocurrido aquél día es muy posterior al suceso. Empecé a buscar y avanzando entre dudas y más dudas, poco a poco fui descubriendo que lo que creemos que significa el “morir” es una mentira que mantiene a los seres humanos esclavos del miedo a la muerte y desde ahí los demás miedos, todos los miedos.
Ocho años después, Roberto también se fue, pero ahora ya no hubo tan siquiera dolor en mi corazón, solamente una agitación mental que duró una semana. Lo que tardé en acondicionar mi mente a la nueva situación, a la nueva manera de seguir la relación con él.
Mi mujer y yo sentimos a nuestros hijos totalmente integrados en nuestro día a día, no como antes, pero tan intensamente o más que entonces.